jueves, 11 de junio de 2015

APRENDIENDO A ENSEÑAR




Para intentar establecer una relación entre la enseñanza (pedagogía), el aprendizaje (psicología) y la lingüística, entiendo el aprendizaje como una actitud de la persona, una predisposición de la misma a partir de la cual es posible “ser enseñado”. Por eso pienso que es importante “la afectividad” -que prefiero llamar emotividad- como determinante del proceso (enfoque natural) y estoy de acuerdo en la idea de que el alumno parta de sus intereses reales (enfoque por tareas) para aprender una lengua, pues será la mayor motivación para empeñarse y esforzarse en adquirir habilidades y conocimientos de dicho idioma. Para la consecución de los objetivos –uso práctico de la lengua (enfoque natural), adquisición de capacidad de uso (modelo nociofuncional) y estrategias y habilidades (enfoque por tareas)-, son a tener en cuenta la interacción con otras personas que aprenden a la misma vez ejercitando roles diferentes según el objetivo de la práctica (enfoque nociofuncional), y la realización de tareas auxiliares (enfoque por tareas). Se entendería el error como la evidencia de que se está aprendiendo (enfoque nociofuncional).El profesor, que es a su vez motor de la enseñanza, debe proponer actividades y guiarlas, además de suministrar recursos a los alumnos que les permita asociar conceptos o ideas por sí mismos. Todo ello sin olvidar su capacidad de continuo aprendizaje para detectar el cambio de las necesidades de los alumnos y la retroalimentación de los mismos.Todo ello se ve permitido gracias a la lengua entendida como vehículo comunicativo. El contexto es relevante tanto en cuanto el alumno cuenta con la posibilidad de poner en práctica lo que va aprendiendo (programas de inmersión en familia en un país de habla –en este caso- hispana, etc.) en situaciones cotidianas (enfoque nociofuncional).

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