Cuando llegué a Roma y pensé en la opción de enseñar español como modo de subsistencia, no imaginé que acabaría planteándome todas estas cuestiones. En su momento me habrían parecido demasiadas. Pensé que enseñaría español como hasta entonces había enseñado inglés, es decir, dando importancia a la consecución de objetivos que marcaba el manual para el examen tal o el examen cual, haciendo un esquema del tiempo que había hasta la fecha tope y los contenidos necesarios que “aprender”, aunque mejor podría decir memorizar. Además tenía en mi mente perfectamente estructurado un esquema con la gramática y los tipos de textos o ejercicios que se pedían en los diferentes niveles, con lo cual tampoco necesitaba investigar demasiado.
La verdad es que, también con el español sigue siendo ésa la regla general, aún no he tenido la suerte de encontrar alumnos que quieran empezar el idioma desde cero y se pongan en mis manos para ello sin límites temporales. Aún así, me he tenido que poner al día en cosas como poder explicar las irregularidades en los verbos del presente de indicativo o la diferencia entre por y para (queno es tan fácil), y ¿sabéis una cosa? ¡cuánto me gustaría que quisieran aprender sintaxis! y es que la gramática me encanta, me gusta hacer cajetillas con los grupos sintácticos, los complementos, el atributo… Cuando estudio una L2 me sirve mucho ir creando en mi memoria un esquema con los tiempos verbales, las irregularidades y los usos, y si éstos son diferentes al español los subrayo bien fuerte para cuando necesite acceder a ellos se vean de lejos. Para recordar bien algo es importante irlo asociando a cosas que ya se saben (modelo de almacenamiento y transferencia de Atkinson y Shiffrin) y como a mi me funciona es lo que hasta ahora he intentado transmitir a los alumnos que he tenido.
No creo que la gramática sea lo más importante a la hora de hablar un idioma pero sí pienso que es una base para poder comunicarse. Efectivamente si una frase se construye gramaticalmente correcta -por ejemplo verbo en presente- pero con un complemento temporal equivocado -léxico en futuro- estamos en las mismas. Creo que el objetivo es llegar a comunicarse y la gramática junto al léxico lo permiten bastante bien.
En mi opinión puede ser la parte a la que más importancia haya que darle al principio porque una buena base va a permitir un mejor y más rápido aprendizaje. En segundo lugar yo incidiría en la fonética, dentro de la cual pienso que hay errores más “graves” que otros. Por ejemplo pronunciar la z a la italiana es algo que intentaría no dejar pasar, pero la intensidad de las consonantes unida a la prosodia, representan para mí la belleza, el toque de clase de un idioma, cosas que yo particularmente, como alumna de un L2, estoy interesada en adquirir pero no se las exigiría tanto a mis alumnos -si ellos no lo requieren- si al fin y al cabo consiguen comunicarse y usar el idioma. Como comenté en el post de la sesión, la decisión final sobre a qué cosas dar mayor o menor importancia depende siempre de las necesidades de los alumnos.
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